lunes, 18 de marzo de 2013

El mito del carro alado

[Creo que un blog es siempre algo personal pero que llevado al extremo puede dar la sensación de ser el producto de una sola mente endogámica y aislada. Lo interesante de una iniciativa de este tipo es que seamos capaces de mantener una producción filosófica compartida. Con esto en mente, y llevado por cierto ímpetu profesoral, me he decidido a pedirle a un alumno que me escriba una entrada para el blog. Tras algunos dimes y diretes este es el fantástico resultado. Quiero resaltar el hecho de que esta producción literaria y filosófica es enteramente suya: mi única intervención ha sido el animarle a hacerlo. ¡Espero que lo disfrutéis tanto como yo!]




El Mito del Carro Alado

He aquí un pequeño relato literario, quizá sacado del propio Mundo de las Ideas, quién sabe. Refleja claramente el Mito del Carro Alado, que Platón utilizó para explicar de forma metafórica su respuesta al problema antropológico. Partiendo de su teoría del Mundo de las Ideas, y derivando en su teoría de la Reminiscencia, ambas explicadas en entradas anteriores, tenemos aquí el Mito del Carro Alado.

Ambos caballos parecían no cansarse nunca. Azotados por el auriga, habían recorrido kilómetros batiendo sus alas enormes. El caballo blanco corría plácidamente, disfrutando la carrera, pues era su voluntad hacerla; sin embargo, el caballo negro parecía estar violentamente obligado a hacer lo que no quería.
Fue mucho el tiempo que así aguantaron, pero llegó el momento. Días, quizá semanas después (es difícil controlar la noción del tiempo en aquel lugar idílico), el brazo azotador del auriga comenzó a quejarse, empezó a doler.
Qué debió hacer, ¡Quién sabe! Pero qué hizo... faltó la fuerza, la Razón, y en un momento de debilidad del auriga el caballo negro aprovechó para cambiar la dirección de su trayectoria, guiada por la Pasión. No hicieron falta más fallos, pues el carro volcó, y él, ella, el auriga, la Razón, cayó de ese mundo y quedó encerrada en un cuerpo mortal.
Ahora no recuerda nada, el golpe le hizo perder la memoria. De vez en cuando, este mundo sensible en que vive, reflejo imperfecto del Mundo de las Ideas, le revela imágenes fugaces de su verdadero hogar. Y él, ella, solo piensa, razona y reflexiona, preparándose para el día en que pueda volver, preparándose para el día en que se despedirá del cuerpo, preparándose para el día en que, disfrazado de muerte, alguien le lleve de nuevo a casa.

Gonzalo Arbex
http://gonzaloarbex.blogspot.com.es/