viernes, 10 de agosto de 2012

Y la pregunta definitiva...

¡Saludos compañeros!

Quiero en primer lugar disculparme por haber tardado tanto en volver a escribir. Estoy veraneando en un lugar idílico de cuyo no nombre no quiero acordarme y el precio de esta tranquilidad estriba en no poder disfrutar de internet. Si bien eso me gusta para muchas cosas, también me mantiene alejado de vosotros. He intentado escribir a través de la tableta, pero el teclado táctil no es la mejor de las ideas para estas parrafadas a las que os someto. Así pues, mis disculpas.

Una vez disculpado -espero- procedo a mostraros mi lado más mentiroso y falaz. Os aseguré que Kant había formulado tres preguntas fundamentales de la filosofía; sin embargo os mentí. En realidad, son cuatro. Antes de que os desesperéis y me odiéis profundamente apuntaré que no es que exista una cuarta pregunta, sino que esas tres podían condensarse en un una pregunta fundamental, la ultrapregunta, la pregunta de las preguntas (supongo que entendéis que es importante). Pues bien, esa pregunta es: ¿qué es el hombre?

Efectivamente, en el fondo las preguntas que ya hemos esbozado se pueden resumir en esta pregunta fundamental. Es la pregunta que nos hacemos todos en algún momento de nuestra vida, de nuestra existencia: ¿quién soy yo? ¿Qué pinto en este mundo? ¿Cuál es mi papel aquí? No es una pregunta planteada estrictamente en términos de especie ("¿cuál es el papel del ser humano en el universo?") sino que también puede ser comprendida de modo personal e individual ("¿qué soy?"). Dependiendo del modo de plantearnos la pregunta tenderemos hacia un tipo de filosofía u otro.

Esta pregunta es interesante, pues no siempre nos percatamos de lo especiales que somos. El hombre es el único ser racional, consciente, del universo. Es cierto, compartimos nuestro planeta con otros seres que merecen cuidado y respeto, pero el ser humano es el único de todos ellos que es capaz de observarse a sí mismo. Somos seres pensantes, es decir, seres que además de compartir muchos rasgos con los demás animales (o plantas, en el caso de algunos alumnos míos) tenemos la propiedad de pensar. Ser humano consiste en hacer uso de la razón, en todos sus campos. Si no pensamos, dejamos de comportarnos como seres humanos, nos animalizamos.

Hoy en día, somos bombardeados permanentemente por reclamos que solo buscan evitar que pensemos. La publicidad, la televisión, el entretenimiento, etc. de la vida moderna buscan que el hombre no piense. Cuando el hombre piensa, se vuelve autónomo. Cuando el hombre se vuelve autónomo, es más difícil manipularle. Es nuestro deber pensar. Precisamente porque tenemos la posibilidad de hacerlo, es nuestro deber mantener esa facultad despierta. La filosofía busca mantener nuestro intelecto afilado, siempre dispuesto a enfrentarse a nuevos desafíos. Si apuramos un poco, diríamos que no hacemos filosofía porque nos guste, sino porque es nuestro deber como seres humanos.

Los animales no se preguntan qué hacen y por qué, sino que simplemente lo hacen. Y punto. Nosotros debemos aprender a pensar por nosotros mismos para poder ser plenamente nosotros mismos. Uno de los principios humanos que más constatamos a lo largo de la historia es que si no nos molestamos en pensar, ya habrá alguien que piense por nosotros. Si no actuamos, si nos dejamos llevar, alguien se dedicará a llevarnos adonde quiera. Ser humano es una condición difícil, que hay que mantener y cuidar. Ser humano es un privilegio, pero también una responsabilidad.

¿Qué es el hombre? ¡Aaaaaah, la gran pregunta de la filosofía! Sus respuestas son múltiples y variadas, erróneas y acertadas, pero siempre interesantes. O casi siempre.

Os dejo con la reflexión del gran poeta griego Píndaro. No es un filósofo en el sentido estricto de la palabra, pero si nos paramos a pensar... ¿quién lo es? Píndaro resumió la grandeza de la especie humana en este verso magnífico:

"Llega a ser el que eres."

Buen verano y que sepáis que la próxima entrada está en el horno, así que manteneos al tanto ;)

¡Saludos filosóficos!

2 comentarios:

  1. Hola de nuevo Luis,
    Si mediante la razon se alcanza la autonomia, es esta la que define entonces al ser humano, (la autonomia intelectual se entiende)?
    O es un medio para conseguir otro fin superior?
    A mi la autonomia me parece "necesaria" pero no "suficiente" para identificarse como ser humano, no solo frente a un rebanyo, sino frente a uno mismo.
    Si me consigo "escindir" del rebanyo y no soy feliz, que he conseguido?
    Al final la pregunta seria, para que sirve ser consciente de uno mismo, con eso se puede encontrar el lugar que uno ocupa en el mundo, o se necesita para comprender mejor el entorno y poder sentirse uno con lo que le rodea (el concepto de ser uno con el universo, que seria muy zen), y con ello encontrar el sosiego del equilibrio.

    Salut, Mestre!
    dani


    ResponderEliminar
  2. Hola Dani

    Como bien dices la autonomía es un rasgo que caracteriza al ser humano. Es uno de los rasgos fundamentales de la adultez, en oposición a la dependencia, que es uno de los rasgos básicos de la infancia. En este proceso vital que seguimos cada vez tendemos a ser más autónomos y la filosofía nos ayuda a ello.
    La autonomía intelectual no es un fin, como bien dices, sino un medio para lograr una felicidad más plena, más auténtica, más nuestra. Sabiendo dirigir nuestra propia vida seremos cada vez más capaces de conseguir nuestros objetivos y seremos más inmunes a los intentos de manipulación o al "borreguismo".
    "Ser consciente de uno mismo" es, nada más y nada menos, el gran anhelo de la filosofía, el famoso "conócete a ti mismo" de Sócrates. Para Sócrates, una persona que se conoce perfectamente será siempre feliz, pues jamás se propondrá metas irrealizables y nunca sufrirá decepciones.
    ¡Gracias por el comentario!

    ResponderEliminar